EL BÁCULO DEL OBISPO: Las dos partes del Adviento
En la noche del 26 de noviembre, la Iglesia de todo el mundo inaugurará el tiempo de Adviento y el comienzo de un nuevo año litúrgico. Es importante recordar que el Adviento tiene dos partes. Estas dos partes tienen significados muy distintos.
La primera parte mira al futuro. La segunda mira al pasado. Ambas nos ayudan a vivir en la fe en el presente.
La primera parte va desde el comienzo del Adviento hasta el 16 de diciembre. La liturgia, las lecturas de las Escrituras y el enfoque de esta parte del Adviento exigen que abramos los ojos (¡despierten!) y esperemos la llegada del Mesías. Esto no se refiere al nacimiento de Jesús hace 2000 años. El comienzo del Adviento nos pide que miremos al futuro para la Segunda Venida de Cristo. Esta parte del Adviento tiene poco que ver con el recuerdo del Niño Jesús nacido en Belén. Eso vendrá después. Esta primera parte tiene un tono más serio. Escuchamos con anticipación, expectativa, esperanza y promesa de que Cristo vendrá en el futuro a cumplir y completar el reino de Dios.
El Adviento no es un tiempo en el que pretendemos ser el pueblo que espera la llegada del Mesías. Durante el Adviento recordamos las historias de nuestros antepasados en la fe que vivieron con tales expectativas y finalmente las vieron cumplidas cuando nació Jesús. No estamos esperando el nacimiento de un salvador. Él ya nació en nuestro mundo en esa primera Navidad. Durante el Adviento, las historias de nuestros antepasados se convierten en nuestra propia historia. Recordamos estas grandes historias porque nos dan esperanza hoy que nos preparamos para la Segunda Venida de Cristo.
Escucha las últimas líneas del libro del Apocalipsis (el último libro de la Biblia): “El Espíritu y la novia dicen: Ven. El que escuche diga: Ven. Amén. Ven, Señor Jesús. La gracia del Señor Jesús esté con todos” (Apoc 22, 17. 20-21). La Biblia termina con esta gran invitación a que el Señor venga de nuevo a enderezar nuestro mundo. La primera parte del Adviento dirige nuestra mirada hacia esta futura venida de Cristo. Debemos prepararnos para recibir al Señor cuando vuelva.
La segunda parte del Adviento es del 17 al 24 de diciembre. Estos últimos ocho días antes de la Navidad recuerdan la primera venida de Dios en carne y hueso mediante el nacimiento de Cristo. Esta preparación nos enseña una importante lección sobre la Navidad. Dios nació en nuestro mundo y tomó nuestra carne. Esta encarnación sigue desarrollándose en nuestro tiempo y lugar actuales. La Navidad no se limita a recordar un acontecimiento pasado como si hubiera terminado. La Navidad nos anima a vivir en la esperanza y la fe de que Dios seguirá entrando en nuestro mundo y haciendo realidad su reino
San Juan Pablo II dijo: “La liturgia de Adviento . . . nos ayuda a captar plenamente el valor y el significado del misterio de la Navidad. No se trata de conmemorar sólo el acontecimiento histórico que tuvo lugar hace dos mil años en una pequeña aldea de Judea. Más bien, es preciso comprender que toda nuestra vida debe ser un ‘adviento’, una espera vigilante de la venida definitiva de Cristo. Para disponer nuestra alma a acoger al Señor que, como decimos en el Credo, un día vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, debemos aprender a reconocerlo presente en los acontecimientos de la vida diaria. De esta forma, el Adviento es, por decirlo así, un intenso entrenamiento que nos orienta decididamente hacia Aquel que ya ha venido, que vendrá y que continuamente viene”.
Al acercarse el Adviento, vivamos en una expectativa alegre y espiritual por la venida de nuestro salvador, Jesucristo.
(Traducido por Luis Baudry-Simón)
758