EL BÁCULO DEL OBISPO: Febrero es el mes de la Sagrada Familia
By Bishop James R. Golka
Mientras continuamos en este Año Jubilar de la Esperanza, febrero es el mes de la Sagrada Familia y el Papa Francisco decía que: “Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret” (Amoris laetitia, 30)
Por medio de la Sagrada Familia, Cristo ha santificado la familia y ha llamado a todas las familias a la santidad y a participar en la misión salvífica de la Iglesia. Quisiera reflexionar sobre cuatro áreas clave en las que la familia está llamada a estar al servicio de la edificación de la Iglesia y a llevar la alegría y la esperanza al mundo.
Una comunidad de amor y vida
La familia es querida por Dios para ser una comunidad de amor que también engendra y nutre la vida. La persona humana ha sido creada por Dios por amor y para el amor, y la familia es el primer y más importante lugar en el que la persona humana llega a conocer y vivir la vocación fundamental del amor. Como bellamente afirma San Juan Pablo II: “El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente” (“Redemptor Hominis,” 10). La familia está llamada a revelar este amor oblativo para el que hemos sido creados y a través del cual experimentamos el sentido pleno de la vida y que “el hombre . . . no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás” (Vaticano II, “Gaudium et Spes,” 24).
La familia es también el “santuario de la vida” donde, a través del amor de los esposos, se crea y se alimenta la vida. En una cultura tan dominada por la cultura de la muerte, la familia está llamada a ser el testigo supremo y el fundamento de la cultura de la vida. En este Año Jubilar de la Esperanza, la familia está especialmente llamada a ser testigo de la dignidad de la vida en todas sus etapas, porque la familia “es verdaderamente el santuario de la vida . . ., el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta” (San Juan Pablo II, “Evangelium Vitae,” 92).
La Iglesia doméstica
La familia también es llamada la Iglesia doméstica, lo que significa que la familia tiene un papel crítico e insustituible que desempeñar en la vida y misión de la Iglesia. San Juan Pablo II resume esta misión crucial de la familia en la Iglesia: “Por su parte la familia cristiana está insertada de tal forma en el misterio de la Iglesia que participa, a su manera, en la misión de salvación que es propia de la Iglesia. Los cónyuges y padres cristianos, en virtud del sacramento, ‘poseen su propio don, dentro del Pueblo de Dios, en su estado y forma de vida’. Por eso no sólo ‘reciben’ el amor de Cristo, convirtiéndose en comunidad ‘salvada’, sino que están también llamados a ‘transmitir’ a los hermanos el mismo amor de Cristo, haciéndose así comunidad ‘salvadora’” (“Familiaris consortio,” 49). Es importante señalar que la familia tiene dos misiones específicas: promover la salvación y la santidad de cada miembro de la familia (una comunidad salvada) y ser testigo del amor y la misericordia de Cristo mediante la evangelización y el servicio cristiano (una comunidad salvadora). Por lo tanto, al ser una “iglesia en miniatura”, la familia continúa, apoya y fortalece la misión de la Iglesia en su nivel más fundamental.
El papel crucial de los padres
Para que la familia cumpla su misión como Iglesia doméstica, es importante que los padres comprendan su papel en la santificación, la enseñanza y el gobierno de la familia, que es una extensión de su dignidad bautismal como partícipes de la misión de Cristo como sacerdote, profeta y rey. Los padres están llamados a santificar a la familia mediante el culto a Dios a través de la misa dominical semanal, la participación en los sacramentos y el fomento de la oración familiar e individual. Los padres son también los primeros educadores de sus hijos, especialmente en el camino de la fe cristiana. “Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Testimonian esta responsabilidad ante todo por la creación de un hogar, donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma. La familia es un lugar apropiado para la educación de las virtudes” (CIC, 2223). Finalmente, los padres deben gobernar u ordenar la familia para promover una vida virtuosa, la armonía entre los miembros y asegurar que se exprese y se viva una visión bíblica del mundo.
La familia como primer seminario
La familia, como Iglesia doméstica, está llamada también a ser el “primer seminario”, en cuanto lugar primario en el que se disciernen y fomentan todas las vocaciones, tanto al matrimonio y a la familia como al sacerdocio y a la vida religiosa. Como enseña San Juan Pablo II “Los padres, desde la más tierna edad de sus hijos, manifestándoles cuidado amoroso, les comunican, con el ejemplo y con las palabras, una sincera y auténtica relación con Dios, hecha amor, fidelidad, oración y obediencia. Los padres, pues, fomentan la santidad de los hijos, y hacen sus corazones dóciles a la voz del buen Pastor, que llama a cada hombre a seguirle y a buscar en primer lugar el reino de Dios. A la luz de esta perspectiva de gracia divina y de responsabilidad humana, la familia puede ser considerada como un ‘jardín’ o como el ‘primer semillero’ donde las semillas de vocación, que Dios esparce a manos llenas, encuentran las condiciones para germinar y crecer hasta su plena madurez” (Mensaje para la XXXI Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 1993). Las vocaciones en la Iglesia pasan por la familia, y cuanto más fuertes son las familias cristianas, más florecen las vocaciones en la Iglesia.
Por último, al servicio del Mes de la Sagrada Familia, la oficina diocesana de Matrimonio y Familia promueve una serie de actos destinados a fortalecer el matrimonio y la familia, así como el papel de los padres. Animo especialmente a los padres a asistir el 22 de febrero a la Conferencia “Ser padres con esperanza cristiana”, que ayudará a todos los padres en su vocación permanente durante este Año Jubilar de la Esperanza. Más información sobre esta conferencia y otros actos en www.diocs.org/Offices/The-Office-of-Marriage-and-Family-Life.
Sagrada Familia de Nazaret, icono y modelo de todas las familias, ¡ruega por nosotros!
(Traducido por Luís Baudry-Simón.)
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