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EL BÁCULO DEL OBISPO: Iluminando nuestro camino
Bishop James R. Golka

EL BÁCULO DEL OBISPO: Iluminando nuestro camino

By Bishop James R. Golka

Inicia al niño en el camino que debe seguir, y ni siquiera en su vejez se apartará de él” (Proverbios 22, 6)

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Al acercarse la Semana de las Escuelas Católicas, merece la pena reflexionar sobre estas importantes palabras del párrafo 2223 del Catecismo de la Iglesia Católica.  “Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos”.  En el mismo párrafo se cita al Papa San Juan Pablo II, “Los padres han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensiones ‘materiales e instintivas a las interiores y espirituales’”.

Los padres denuncian con regularidad que les resulta difícil ejercer su responsabilidad porque sus hijos se ven inmersos con demasiada frecuencia en una cultura educativa que impulsa cada vez más a abrazar las dimensiones “materiales e instintivas” en detrimento de las “interiores y espirituales”.

Uno de los medios más eficaces que tienen los padres para luchar contra las fuerzas sociales del materialismo y el culto cultural a los sentimientos es matricular a sus hijos en escuelas católicas.  Tomando prestado el artículo escrito para este número del Colorado Catholic Herald por nuestra superintendente Sheila Whalen, y en consonancia con el pasaje de Proverbios citado anteriormente, nuestras escuelas católicas son el lugar donde los jóvenes eruditos de hoy se forman para convertirse en los santos de mañana.

Este es el llamado fundamental y singular para todas las personas:  ser santos.  Aunque es posible que los niños educados fuera de las escuelas católicas respondan a esa llamada a la santidad, un somero examen del panorama educativo actual conduce a esta afirmación de lo obvio:  hacer santos no es una prioridad para ninguna institución educativa no católica.

Aunque la matriculación en las escuelas católicas de todo el país ha aumentado ligeramente en los dos últimos años, sigue estando por debajo de los niveles anteriores a la pandemia.

En reconocimiento de estas tendencias desafiantes, la Diócesis de Colorado Springs fletó un Plan Estratégico de Crecimiento para la educación católica titulado, “Iluminando nuestro camino”.  Se han recopilado datos, se están fijando objetivos y el plan se ultimará este verano.

Los catalizadores de este plan son múltiples.  Debemos acompañar a nuestros padres cuando asumen la responsabilidad de la educación de sus hijos.  Debemos darles las opciones y los recursos que necesitan para sus jóvenes estudiantes y futuros santos.

Debemos adoptar una visión que exija que nuestras escuelas tengan éxito tanto espiritual como académico.  Debemos crear entornos alegres en los que la Parábola de los Talentos sea una realidad vivida y no simplemente una historia bíblica.

Debemos reconocer que el statu quo es insostenible.  Las formas de pensar que se utilizaban cuando las escuelas católicas estaban llenas hace 50 años no volverán a llenar esas escuelas en el siglo XXI.

Nos esperan muchas oportunidades positivas para “Iluminar nuestro camino” de forma más eficaz.  Y lo que es más importante, trataremos de responder al hambre espiritual que tienen nuestros hijos y sus padres, un hambre de algo más que “lo material e instintivo”.

También procuraremos que la educación católica sea más accesible para una mayor parte de la demografía actual de nuestra sociedad y cultura.  Durante demasiado tiempo, el coste de la educación ha sido un obstáculo para nuestras escuelas y padres a la hora de colaborar en la educación de nuestros hijos.

Y trataremos de abordar cada dificultad como una oportunidad; y hacerlo con un compromiso de humildad, caridad y unidad.  Sólo con humildad podemos enfrentarnos a nuestro Dios.  Sólo en la caridad podemos ayudarnos unos a otros.  Sólo unidos podremos triunfar en un mundo tan a menudo hostil a nuestra fe.

Si su hijo o nieto en edad preescolar o secundaria aún no está matriculado en una de nuestras escuelas primarias o secundarias católicas, le invito a que considere la posibilidad de hacerlo. Le invito a visitar nuestras magníficas escuelas católicas, tanto si tiene un hijo en edad escolar como si no. Estas escuelas son grandes regalos para nuestra Iglesia, para nuestra comunidad y para cada uno de nosotros. Son nuestras y debemos conocer y amar lo que hacen. Por supuesto, todo esto depende en última instancia de nuestras oraciones. Si realmente deseamos que los jóvenes estudiantes de hoy se conviertan en los santos de mañana, debemos buscar continua y sinceramente las bendiciones de nuestro Dios sobre nosotros y nuestras escuelas.  Por favor, rece conmigo en agradecimiento por el don de la educación católica.

(Traducido por Luis Baudry-Simón)

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