EL BÁCULO DEL OBISPO: Llevando la obra de Dios a su fin en La Diócesis de Colorado Springs
Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,
A medida que enero se convierte en febrero observamos algunas cosas importantes.
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos comenzó el 17 de enero. Es el momento de hacer nuestra la oración de Jesús en la Última Cena “que sean uno, Padre, como tú y yo somos uno”. La unidad de los cristianos es un esfuerzo importante de nuestro tiempo porque es el deseo de nuestro Señor, y ayuda a la Iglesia a anunciar mejor el Evangelio en el mundo. La verdadera comunión de los cristianos puede ser un poderoso signo de la presencia amorosa de Jesús en el mundo. Espero que todos sigamos rezando y trabajando por la auténtica unidad entre todos los bautizados.
El 23 de enero se celebró el Día de Oración por la Protección Jurídica del No Nacido. Aunque Roe contra Wade ha sido anulado, Colorado sigue legalizando acabar con la vida de un nonato hasta el momento del nacimiento. La legislación de Colorado va más allá al decir que “un óvulo fecundado, embrión o feto no tiene derechos independientes o derivados en virtud de las leyes del estado”. Nos encontramos en una situación peligrosa cuando el Estado intenta conceder o negar derechos fundamentales a cualquier ser humano. Tras la anulación de Roe, ha habido muchos actos de vandalismo y violencia contra iglesias católicas y centros de embarazo como respuesta. Gracias al duro trabajo de nuestro Apostolado por el Respeto a la Vida y a las muchas personas que rezan y dan testimonio de la dignidad inviolable de toda vida, seguimos defendiendo a quienes no tienen voz propia. Jesús nos llama a construir una cultura de la vida que abrace la bondad de la vida en todas sus etapas.
El 29 de enero comenzamos la Semana de las Escuelas Católicas. Esta semana he viajado a todas las escuelas católicas de nuestra diócesis para celebrar la Misa, visitar a los alumnos y profesores y ver el gran trabajo que se está realizando en todas ellas. Ha sido una gran bendición conocer a tantos profesores y voluntarios llenos de fe en nuestras escuelas católicas. Trabajan duro para proporcionar un entorno centrado en Cristo, académicamente excelente y orientado a la misión. Agradezco a las numerosas familias y personas que se sacrifican para hacer posible la educación católica de nuestros hijos. Es algo que todos podemos apoyar. Todos los niños católicos deberían poder asistir a una escuela católica. Algo así sólo es posible cuando todos, incluso las familias sin hijos en casa, apoyan espiritual y económicamente a sus parroquias y escuelas. Gracias a la generosidad de tantos en nuestra Diócesis, podemos ofrecer ayuda para la matrícula y becas que permiten a nuestros jóvenes obtener una excelente educación y, lo que es más importante, una oportunidad para crecer como discípulos de Jesús. No se me ocurre mejor manera de invertir en nuestra juventud.
El primer fin de semana de febrero escucharán mi voz en el vídeo de la Campaña Diocesana del Ministerio que se proyectará en las misas de su parroquia. Una de las cosas más importantes que puedo decir al respecto es que, como Iglesia local, tenemos un gran trabajo que hacer. Tenemos una misión con muchas partes móviles. Las cosas que he mencionado antes son sólo algunas de ellas. Como Iglesia local, Jesús nos ha confiado estas tareas. Nacimos en este tiempo y lugar por una razón. Dios nos equipa para realizar la obra que nos ha encomendado. Pero necesitamos que todos se pongan manos a la obra. Como dijo Jesús: “La mies es mucha, pero los obreros pocos; pidan, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc 10,2). Estoy agradecido por los muchos que trabajan incansablemente por el Evangelio. Y para aquellos cuya generosidad lo hace posible de diversas maneras. Que Dios lleve a término su obra en nosotros y nos ayude a trabajar para su mayor gloria.
(Traducido por Luis Baudry-Simón.)
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