EL BÁCULO DEL OBISPO: Nuevos Comienzos
por el Obispo James R. Golka
“Se reunían frecuentemente para escuchar la enseñanza de los apóstoles, y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.” (Hechos 2:42.)
Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Al final del verano, no solemos pensar en nuevos comienzos. Es algo que asociamos con la primavera. Sin embargo, el final del verano es el momento en que las familias vuelven a la rutina del curso escolar y la vida parroquial se pone en marcha de nuevo. Volvemos a un programa más regular de eventos y celebraciones.
Algo en el programa de este otoño para los sacerdotes de nuestra Diócesis es la Convocatoria de Otoño. A lo largo del año, los sacerdotes y yo nos reunimos para hablar de diversos temas sobre la vida de la Diócesis, la formación permanente del clero y simplemente para pasar tiempo juntos. Uno de los días de la reunión de este mes de octubre nos dedicaremos a rezar sobre la unidad litúrgica y lo que eso significa en nuestra Diócesis. Este puede ser un tema muy sensible para la gente por diferentes razones. Desde el principio de la Iglesia, bajo la dirección de los apóstoles, la vida cristiana se ha centrado en la celebración de la Cena del Señor, orando en comunión con el Señor y entre sí. En su reciente Carta Apostólica Desiderio Desideravi el Papa Francisco dice: “En la Eucaristía y en todos los Sacramentos se nos garantiza la posibilidad de encontrarnos con el Señor Jesús y de ser alcanzados por el poder de su Pascua”. En eso consiste la Misa. Es el misterio que se nos ha confiado como administradores. Lo que significa que se trata de los deseos de Dios para nosotros y nuestra respuesta fiel.
Para muchos católicos, lo más importante de una Misa es cómo se celebra. En lugar de preguntar qué quiere la Iglesia para la Misa, podemos quedarnos atascados en nuestras fuertes preferencias personales por una cosa u otra. Vale la pena leer la carta del Papa. Advierte del peligro de reducir la liturgia a “sólo en el cuidado de la formalidad exterior de un rito”, así como del peligro de confundir “lo sencillo con una dejadez banal”. Estamos llamados a “reavivar el asombro por la belleza de la verdad de la celebración cristiana” como algo deseado por la Iglesia y el Señor. Debemos estar sinceramente abiertos a desear lo que el Señor desea, lo que exigirá algo de cada uno de nosotros. Creo que estos años de Renacimiento Eucarístico son un regalo de Dios para rezar en esta situación y tomarse el tiempo para ver qué pasa.
Esto es algo sobre lo que los sacerdotes y yo rezaremos en nuestra próxima Convocatoria de Otoño para sacerdotes. Por favor, animen y apoyen a sus párrocos para que asistan a este encuentro. Es muy importante que todos los sacerdotes sean escuchados y que tengan la oportunidad de escucharse unos a otros. Recen también por un espíritu de confianza y un deseo sincero de ser buenos administradores de los Sagrados Misterios. No pretendemos llegar a conclusiones inmediatas. Sólo para empezar algo muy importante. También hablaremos de permitir que los párrocos vuelvan a restaurar el cáliz común en las misas. Hay mucho que decir sobre esto y sobre lo que se necesita para conseguirlo, pero sé que hay mucha gente que pregunta sobre esto.
En la segunda parte de este mes de septiembre asistiré al Programa de Formación para Nuevos Obispos. También se le llama cariñosamente “Escuela de los bebés obispos”. Esto reunirá en Roma a nuevos obispos de todo el mundo. Habrá presentaciones sobre cosas como el ministerio de un obispo, el derecho canónico, la administración, la interacción con las oficinas en el Vaticano y algunos otros temas interesantes. Como dicen, ¡nunca se es demasiado viejo para volver a la escuela! Me gustará mucho encontrarme y rezar con hermanos obispos de todo el mundo. Es sorprendente darse cuenta de que el Señor nos ha llamado para guiar a su Iglesia como sucesores de los Apóstoles. Por favor, recen por nosotros durante este tiempo, para que crezcamos cada día en fidelidad a nuestra vocación. Por favor, sepan que rezo por ustedes y por nuestra Diócesis durante mi ausencia.
Estoy agradecido de servirlos a ustedes en este importante y emocionante momento de la Iglesia. Creo realmente que el Señor nos ha hecho a cada uno de nosotros para esta parte crucial de la historia de la Iglesia y que cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar. Cuanto más tiempo pasemos con nuestro Señor en el Santísimo Sacramento rezando y escuchando, mejor podremos hacer nuestro trabajo como sus discípulos.
Al principio del Evangelio de Juan, Jesús llamó a sus discípulos para que vinieran a estar con él. Antes de que nos envíe a “ir y predicar”, primero tenemos que “venir y ver”. Orar y simplemente estar con Jesús es una gran prioridad para nosotros como discípulos. Gracias a Dios, Jesús está preparado y nos espera en todos los sagrarios de todas las iglesias católicas. Al comenzar un nuevo año escolar y establecer rutinas importantes, ¡asegúrense de que las visitas regulares a Jesús forman parte de ello!
(Traducido por Luis Baudry-Simón)
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