EL BÁCULO DEL OBISPO: Resoluciones espirituales

By Bishop James R. Golka

¡Feliz Año Nuevo!  A principios de 2025, muchos de nosotros nos hacemos los tradicionales propósitos de año nuevo sobre cómo vivir mejor, desarrollar hábitos más saludables, etcétera. 

También es una buena oportunidad para plantearse propósitos espirituales para el nuevo año, especialmente al comenzar el Año Jubilar de la Esperanza.  Hay muchos propósitos espirituales que podríamos considerar, pero me gustaría sugerir tres que nos ayudarán a crecer para ser testigos de alegría y esperanza en nuestro mundo.

Compromiso con la oración

Muchas veces, hacemos propósitos de año nuevo porque hemos perdido ciertas disciplinas o buenos hábitos de vida.  El nuevo año y el Año Jubilar de la Esperanza es un tiempo en el que podemos renovar nuestro compromiso con la oración diaria para encontrarnos más profundamente con Cristo, que es nuestra esperanza.  No podemos vivir la vida cristiana y tener una relación personal con Jesús sin la oración diaria.  ¿Sería posible un matrimonio sano si los cónyuges sólo se hablaran de vez en cuando?  ¡Claro que no! Jesús quiere tener una amistad profunda con nosotros en la oración, y como un matrimonio, esto requiere un compromiso diario.  Idealmente, deberíamos esforzarnos por hacer una hora santa de oración cada día, pero podría empezar con 15 minutos que se van convirtiendo en media hora y así sucesivamente.  Este tiempo puede dedicarse a leer las Escrituras, rezar nuestras oraciones favoritas, rezar la Liturgia de las Horas, pero también simplemente a hablar con Dios como con un amigo.  Nunca perdemos nuestro tiempo en la oración, porque incluso si la oración es difícil o no sentimos que estamos obteniendo mucho de ella, Dios nos está bendiciendo con su gracia y su paz.

También quisiera animar especialmente al rezo diario del Rosario, sobre todo a las familias.  Como dice el refrán, las familias que rezan unidas, permanecen unidas.  El Rosario nos lleva a una estrecha relación con Jesús y María, porque mientras rezamos las oraciones del Rosario, también meditamos sobre las Escrituras y los acontecimientos y misterios clave de las vidas de Jesús y María.  Lo que hace del Rosario una devoción especialmente poderosa es que la madre de Jesús, María, reza con nosotros y por nosotros.  En su hermosa carta apostólica sobre el Rosario, san Juan Pablo II revela el poder de la intercesión materna de María por nosotros cuando afirma: “El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo «sea formado» plenamente en nosotros” (Rosarium Virginis Mariae, 15).

Compromiso con el aprendizaje de nuestra fe

Otro propósito espiritual de crucial importancia es el compromiso de aprender nuestra fe.  En este tiempo de la Nueva Evangelización, los laicos en particular están llamados a proclamar el Evangelio de Jesucristo al mundo mediante la palabra y el testimonio.  ¿Cómo podemos testimoniar y proclamar nuestra fe si no la conocemos?  Formar nuestra fe a través de la catequesis es un empeño de toda la vida para todos y nunca debería terminar.  San Juan Pablo II no se anda con rodeos cuando dice: “Hay que repetirlo: en la Iglesia de Jesucristo nadie debería sentirse dispensado de recibir la catequesis” (Catechesi tradendae, 45) ¡Esto es especialmente cierto en nuestra era digital, en la que hay tantas oportunidades de aprender nuestra fe que están literalmente al alcance de nuestra mano! 

En mi carta pastoral “Cristo, nuestra esperanza”, declaré: “Fortalecer nuestra esperanza en Cristo para compartir esa esperanza con los demás implica volver a adquirir una cosmovisión bíblica a través de la lectura en oración y el estudio de las Sagradas Escrituras, la catequesis y la formación continuas, y la educación en el testimonio y la sabiduría de los santos que nos han precedido en la vida heroica de la fe católica.  Esta conversión de la mente y el corazón nos ayudará a ver, pensar y actuar como Jesús y a ser sus discípulos y testigos en el mundo”.  El Año Jubilar es una gran oportunidad para dedicar un tiempo diario a aprender nuestra fe con el fin de ser testigos de la alegría y la esperanza de Cristo.  Nuestra página web diocesana del Año de la Esperanza ofrece una serie de oportunidades para aprender nuestra fe, incluyendo libros, podcasts, estudios parroquiales, etc. para que podamos conocer, vivir y compartir nuestra fe. 

Compromiso con la evangelización

El Año Jubilar de la Esperanza también nos llama a renovar nuestro compromiso de compartir nuestra fe mediante la evangelización y siendo testigos de esperanza.  Esto empieza por tener una mentalidad evangelizadora, es decir, estar dispuestos a vivir nuestra fe de forma vibrante, hablar a los demás de cómo Dios marca la diferencia en nuestras vidas y rezar para que el Espíritu Santo nos utilice para llegar al corazón de los demás.  Debemos recordar que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: es él quien realiza principalmente el trabajo, y nosotros somos meros instrumentos en su plan.  Una mentalidad evangelizadora nos ayuda a estar abiertos a la presencia y al poder del Espíritu Santo que actúa en nuestras vidas y en las de los demás, y a disponernos a su inspiración.  También debemos estar atentos a las personas de nuestra vida que necesitan conocer el amor de Dios y rezar por ellas, así como pedir al Espíritu Santo que nos brinde la oportunidad de evangelizarlas a través de nuestro testimonio o de una conversación.  El Espíritu Santo sabe quiénes son y qué necesitan más que nosotros.

Este año es también el año de la misión para el Avivamiento Eucarístico Nacional, que ha lanzado la iniciativa Caminar con alguien.  Esta iniciativa invita a cada católico a caminar con una persona que necesite la alegría y la esperanza de Jesucristo en su vida y se puede consultar en https://es.eucharisticrevival.org/walk-with-one.  Animo a todos a que consideren la posibilidad de participar en esta excelente e inspiradora oportunidad de evangelización a medida que avanzamos tanto en el Año de la Esperanza como en el Año de la Misión para el Avivamiento Eucarístico Nacional.  

Por último, invito de nuevo a todos a leer mi carta pastoral para el Año de la Esperanza titulada Cristo, nuestra esperanza. Animo especialmente al personal parroquial, a los apostolados parroquiales, a los pequeños grupos y a las familias a leer la edición de estudio de la carta que nos ayudará tanto a conocer como a vivir la visión y la misión de este Año Jubilar de la Esperanza. La edición de estudio está disponible en la web diocesana del Año de la Esperanza en https://www.diocs.org/About/Year-of-Hope.

¡Que Dios los bendiga abundantemente en este Año Jubilar de la Esperanza!

(Traducido por Luis Baudry-Simón.)